LUMBALGIA. ¿PORQUÉ ME DUELE LA ZONA LUMBAR?.

Ésta pregunta es muy habitual entre nuestros pacientes y en la población general. Y es que la lumbalgia o lo que es lo mismo, el dolor de la zona lumbar, es muy frecuente. El 80% de la población lo sufrirá en algún momento de su vida1.

Para contestarla, cabe remarcar en primer lugar que cada caso concreto tiene unas circunstancias únicas. Se trata, en la inmensa mayoría de los casos, de un problema con origen multifactorial. No obstante, hay una serie de factores comunes y habituales para todos nosotros. Vamos a explicar varios de los mismos, puesto que entenderlos nos ayuda a comprender el porqué de nuestro dolor y afrontar mejor el camino hasta la recuperación.

Causas de la lumbalgia:

1. Bipedestación:

No podemos empezar hablando de otro aspecto que no sea el hecho de haber pasado de movernos sobre cuatro patas a hacerlo sobre las dos traseras. Este cambio evolutivo nos ha hecho llegar hasta donde estamos como especie, pero hemos tenido que pagar una serie de “peajes” en nuestro cuerpo. Este apasionante tema da para mucho, pero sólo me voy a centrar en dos puntos:

  • La aparición de la lordosis (curvatura de las vértebras lumbares).
  • El músculo psoas-iliaco (responsable de la flexión de la cadera).
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Al pasar de repartir nuestro peso entre las cuatro patas a sólo las traseras, se producen varias cosas:

  • Incremento de presión en las articulaciones (mayor cuanto más bajamos).
  • Cambio de curvatura. Como observamos en la figura 1.1 y 1.2, pasamos de tener una columna vertebral completamente convexa desde fuera, a una con curvaturas alternas convexas y cóncavas.



       


                                             

 


               Figura 1.1                                                                                              Figura 1.2

  • Cambio en la manera de funcionar del psoas. Éste músculo pasa de estar en un estado relativo de “acortamiento” (figura 1.3) a estar constantemente estirado (figura 1.4). Y además, teniendo que contraerse desde esa posición inicial de estiramiento. Es por ello que éste músculo está habitualmente implicado en los problemas y dolores de la zona lumbar.

                                           


               Figura 1.3                                                                                              Figura 1.4

2. Movilidad:

Como hemos explicado en el punto 1, la sección lumbar de la columna pasa de una curvatura convexa desde fuera (cifosis) a una cóncava (lordosis). Éste mismo cambio ocurre también en el cuello. Ambas zonas tienen la mayor movilidad de la columna. Eso debería ser bueno, ¿no?.

Resulta que los dos segmentos con mayor movilidad son también aquellos que con más frecuencia nos producen dolor. Y con una diferencia significativa. Esto se debe a que tienen mayor capacidad para compensan los problemas ajenos. Si hay una zona, como la columna dorsal o la pelvis, por ejemplo, que por algún motivo disminuye su movilidad, la zona lumbar aumentará sus grados de movimiento para que no nos demos cuenta en nuestro día a día. Si sólo tenemos un problema que compensar, lo haremos sin mayor complicación. El problema viene cuando vamos sumando uno por encima de otro (multifactorial, ¿os acordáis?). Llegará un punto en el que la columna lumbar no sea capaz de compensar más y tras tiempo sufriendo el exceso de trabajo, acabe doliendo. El último factor que termina desencadenando el dolor puede ser algo tan nimio como agacharse a coger una bolsa. Raramente lo relacionaremos con aquél esguince de tobillo que nos hicimos hace varios años y la “culada” de meses atrás.

3. Descompensación muscular:

En la mayoría de los casos, los humanos actuales tenemos un estilo de vida para el que no estamos diseñados y adaptados. Nuestro cuerpo funciona de manera más óptima recorriendo distancias largas en busca de alimentos y con actividad física moderada casi constante. Con la evolución de nuestra sociedad hemos pasado a un estilo de vida sedentario: con trabajos mayoritariamente de oficina e incluso aficiones posteriores que nos mantienen sentados. Esto es un problema y no sólo para nuestro cuerpo, si no también para nuestra mente. Es por ello que todos y cada uno de nosotros debemos meditar sobre nuestra situación y mejorar aquello susceptible de mejora (no busques excusas, siempre se puede mejorar algo). Es fundamental ir andando a todos aquellos sitios que se pueda, así como realizar ejercicio con regularidad (cualquiera, el que te guste y disfrutes, para que no lo dejes).

En el cuerpo humano hay dos tipos de cadenas musculares (uniones de distintos músculos con un objetivo común y una trayectoria anatómica continua).

  • Las rectas o antigravitatorias. Son aquellas que nos mantienen erguidos (postura).
  • Las cruzadas o de movimiento. Son aquellas que nos desplazan en el espacio.

 

En la zona lumbar la cadena recta principal es posterior y siempre tiene un buen tono muscular. Si no, no podríamos estar erguidos. Las cadenas cruzadas lumbares, especialmente las anteriores, suelen estar débiles por falta de uso (oblicuos abdominales). Eso hace que haya una descompensación que producirá una hiperlordosis y por lo tanto mayor sufrimiento posterior.

4. Relación visceral:

Tendemos a pensar que las vísceras abdominales (hígado, estómago, intestino…) están “flotando ahí dentro”. Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que están sujetas mediante ligamentos a las distintas paredes y entre sí. Éste es uno de los motivos por el que una disfunción visceral, como el estreñimiento, “tira” de la columna lumbar y puede acabar generando dolor. Otro dato importante es que la inervación (el “cableado” que las hace funcionar) de las vísceras sale de la columna dorso-lumbar y del sacro. Es por ello y por un mecanismo llamado facilitación neuronal segmentaria, por el que un problema visceral genera uno en la espalda y viceversa.

5. Cambio en la dieta:

Entrelazado con el punto 4 se encuentra el cambio en nuestra nutrición en los últimos años. Sin olvidarnos de todo lo positivo que se ha conseguido en cuanto a la mejora del acceso a los alimentos en los países desarrollados, debemos hacer una autocrítica en cuanto al resultado final que estamos observando en nuestra sociedad. Hemos pasado a tener una dieta hipercalórica e hiperproteica: ingerimos más energía de la que gastamos y más proteína de la que necesitamos. Eso produce que los índices de obesidad no paren de crecer, con toda la patología que viene asociada a ella. Además de la obesidad, una dieta desequilibrada, rica en grasas, azúcares y proteínas hace que el pH del cuerpo baje. Y cuando nuestro medio (el cuerpo) es ácido, se favorece la aparición de enfermedades y dolor. En las lumbalgias, siempre son factor agravantes y perpetuantes.

6. Deshidratación:

Es muy habitual encontrarnos en la consulta a pacientes con deshidratación relativa: no tienen sed, costumbre de beber agua o directamente todo lo que beben son refrescos, cafés, etc. Muchas de estas bebidas son diuréticas (café, té, cerveza…). Ellas hacen que pierdas más líquido del que ingieres. Todo esto hace que los tejidos deshidratados no tengan las mismas propiedades, no se recuperen igual en el caso de lesión y en definitiva: funcionen peor. El agua es la medicina más barata del mundo.

 Hidratado

Deshidratado

Muy bien, hemos visto una serie de motivos habituales por los que nos duele la columna lumbar, y ¿ahora qué?.

Tratamiento:

Para tratar una lumbalgia, como cualquier otra patología del cuerpo humano, lo primero que debemos hacer es consultar con un profesional. Todos los profesionales sanitarios te harán una historia clínica, valorando tus antecedentes, el tipo de dolor y posible etiología (causa). Si es necesario te derivarán a otro profesional, o te pedirán pruebas complementarias hasta hacer un diagnóstico preciso de tu caso particular. Una vez que acudas a tu osteópata de confianza, te hará un tratamiento de terapia manual, en el que mediante técnicas indoloras y seguras, recuperará la movilidad de aquella zona o tejido que la haya perdido. De esa manera, el cuerpo recuperará el equilibrio y cada segmento realizará exclusivamente “su trabajo”, sin la carga extra de compensar aquello que deberían hacer otros. Llegado este punto con el osteópata, será importante centrarse en las causas más generales y comunes.

  • Acudir a tu osteópata, recuperar el equilibrio y eliminar el dolor.
  • Empezar a hacer ejercicio de forma progresiva. Si hemos parado durante un tiempo, es vital hacer un reentrenamiento al esfuerzo y no volver de forma drástica, puesto que podría llevarnos a lesiones musculares. No tengas prisa, ¡ya llegarás a tu nivel deseado!.

MOVIMIENTO = SALUD

  • Estirar. Adquirir la rutina de estirar de forma adecuada mejorará sustancialmente nuestro cuerpo. Nos centramos en ser fuertes, pero el cuerpo ideal es aquél fuerte y elástico. ¡Hay que ser como un junco, no como una piedra!.
  • Mejorar nuestra alimentación. Siempre nos ayudará a sentirnos mejor y prevenir lesiones. Piensa en aquello que puedas mejorar y vete realizando cambios. Ante cualquier duda, consulta con un profesional.
  • Bebe agua. Asegúrate de estar bien hidratado. Si tienes dudas sobre si lo estás, fíjate en la orina. Salvo la primera de la mañana (que siempre será amarilla), cuanto más transparente, mejor hidratado/a estás.

Consulta siempre con profesionales bien formados y recuerda que tu salud depende también de ti. Unos hábitos de vida saludable mejorarán tu calidad de vida y te evitarán dolores y enfermedades.

Si necesitas más información o quieres solicitar una cita en nuestra consulta de Bilbao, puedes contactar con nosotros por cualquiera de las vías de contacto que hemos puesto a tu disposición en nuestra web (Pincha aquí para acceder). Estamos deseando atenderte.

Referencias:

1. A. Humbría Mendiola, L. Carmona, José L Peña Sagredo, AM. Ortiz. Impacto poblacional del dolor lumbar en España: resultados del estudio EPISER. Rev Esp Reumatol. 2002. Diciembre; 29 (10) 471-478

https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-reumatologia-29-articulo-impacto-poblacional-del-dolor-lumbar-13041268

En la mayoría de los casos, los humanos actuales tenemos un estilo de vida para el que no estamos diseñados y adaptados. Nuestro cuerpo funciona de manera más óptima recorriendo distancias largas en busca de alimentos y con actividad física moderada casi constante. Con la evolución de nuestra sociedad hemos pasado a un estilo de vida sedentario: con trabajos mayoritariamente de oficina e incluso aficiones posteriores que nos mantienen sentados. Esto es un problema y no sólo para nuestro cuerpo, si no también para nuestra mente. Es por ello que todos y cada uno de nosotros debemos meditar sobre nuestra situación y mejorar aquello susceptible de mejora (no busques excusas, siempre se puede mejorar algo). Es fundamental ir andando a todos aquellos sitios que se pueda, así como realizar ejercicio con regularidad (cualquiera, el que te guste y disfrutes, para que no lo dejes).

En el cuerpo humano hay dos tipos de cadenas musculares (uniones de distintos músculos con un objetivo común y una trayectoria anatómica continua).

  • Las rectas o antigravitatorias. Son aquellas que nos mantienen erguidos (postura).
  • Las cruzadas o de movimiento. Son aquellas que nos desplazan en el espacio.

     

Borja Tosantos Rocandio
contacto@ostebi.com


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